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Páginas selectas #22. Chesterton y la clave para ser cuerdo (Jorge Ferro)

En esta actitud de siempre renovado asombro, de ser “como niño”, de sentirse creatura, de saberse en deuda, de perpetua gratitud, está la clave de su sentido común, de la rectitud de su pensamiento, de su sensatez. Y de toda su obra. En su “Libro de notas” encontramos algunos poemas breves que nos dan en cifra todo lo que encontramos constantemente en sus novelas, cuentos y ensayos. Por ejemplo, el que lleva por título Anochecer:

Aquí muere otro día,
durante el cual tuve ojos, oídos, manos
y el vasto mundo en torno mío;
y mañana empieza otro.
¿Por qué se me conceden dos?
1

Chesterton se sabe en manos de la Providencia, y se abandona “como un niño en brazos de su madre”. Tiene el don de recordarse creatura, intrínseca e ntimamente dependiente de su Creador. Así lo expresa en los versos que tienen el divertido título de Situación social:

Sin duda, estamos en una novela;
lo que me gusta de este novelista es que
se preocupe tanto de sus personajes secundarios.
2

Se siente “personaje secundario”. Sabe que debe dirigirse “al último lugar”. Pero ya entonces, esta confianza y abandono no radican en cósmicas fuerzas ciegas e impersonales. La raíz de su cordura está en el amor a una Persona concreta. Citémoslo por última vez en otro de sus poemas, Parábolas:

Había un hombre que habitaba en Oriente hace siglos,
y ahora no puedo mirar un gorrión o una oveja,
un lirio o un campo de mieses, un cuervo, una puesta de sol,
un viñedo o un monte, sin pensar en él.
¿Si esto no es ser divino, qué lo es?
3

Enamorado de Cristo, y de la “locura” de la Cruz, a la que cantó bellamente. Y eso lo preservó de la locura del mundo.

La cita es del libro DE MAESTROS Y BATALLAS CULTURALES, de Jorge Ferro; LOS LOCOS DE CHESTERTON, pág. 64-66. Editorial: Vórtice

  1. En Ward, M., op. cit., p.63 ↩︎
  2. Ibid. ↩︎
  3. Id., p. 66 ↩︎