No es fácil escribir sobre la vida y sobre el espíritu de San Charbel Makhlouf, un monje perteneciente a la Orden Libanesa Maronita, quien vivió en el siglo pasado y fue elevado a la gloria de los altares por el Santo Padre Pablo VI, el 9 de octubre de 1977, no tanto por sus milagros o por los hechos prodigiosos o asombrosos que realizó durante su vida y después de su muerte, sino por sus virtudes, más allá de lo mundano que nos permite a nosotros, los occidentales conocer mejor la intensa espiritualidad de la Iglesia Oriental.

Estamos convencidos también que la vida de este Santo, que merece ser mayormente conocido un poco más en occidente, especialmente entre las nuevas generaciones que están en la búsqueda de una nueva e intensa espiritualidad, como lo demuestra el aumento de las vocaciones en las órdenes monásticas contemplativas. Si logramos comprender un poco más el mensaje que el Santo Charbel nos ha dejado, estaremos seguros que éste podrá ser una válida ayuda para todos los creyentes.