Novedad de la posverdad
¿Cuál sería la novedad que estaría introduciendo la noción de «posverdad»? Ciertamente, que no es la afirmación del desinterés por la realidad. Bástenos recordar que, a partir de Kant, ya se había declarado la imposibilidad de un juicio de existencia, es decir, de un juicio que fuera capaz de alcanzar la verdad de lo real, la verdad del ser. Para Kant, la mente humana no puede conocer ninguna trama de lo real, aun cuando la hubiere.
En la línea de Kant, la filosofía hermenéutica de Gadamer sostiene que el sentido de toda proposición singular no debe ser comprendida en referencia directa a una verdad del ser que mi mente aprehende, sino en relación con la totalidad del discurso. La mente humana, en realidad, se encuentra encerrada en el ámbito del puro lenguaje y es a partir de este lenguaje que deberá descubrir la verdad.
Ya no se trata de ofrecer un discurso que se corresponda con los hechos, por el contrario, la consideración de lo real deja de ser un problema. En su lugar, se construye un discurso que no es la expresión de la verdad de las cosas, sino el producto de un proceso que exige de los dialogantes un consenso —¡palabra mágica!— respecto de la existencia de un criterio inferencial que sea aceptable para todos (y todas). De este modo, el proceso discursivo viene a reemplazar la visión directa de lo real y pone en un primerísimo lugar la fase de construcción.
Que nos quede claro: ya no existe una realidad, una sustancia que sea accesible al hombre a través de un acto intuitivo de su alma. La verdad solo existe en los discursos porque la realidad deriva de las interpretaciones.
Esta nueva concepción de «razón» es procedimental. ¿Qué significa esto? Que no le exige al hombre convertirse en un contemplador del orden cósmico, sino que lo reta a ser un sujeto capaz de construir una imagen de las cosas de acuerdo con un determinado proceso del pensar.
Primera consecuencia de la posverdad
La primera y más obvia consecuencia de la posverdad es que ha liquidado la verdad en tanto adecuación con lo que existe. La consecuente derivación más perceptible de esto es el vaciamiento de la verdad y la absoluta crisis de valores.
Es más, la posverdad ya no se sostiene a partir de creencias, presupuestos o paradigmas socioculturales que guardan cierta univocidad, sino que estos se van fragmentando y generan una pluralidad de verdades en torno de las mismas cosas.
Esto puede constatarse en la diversificación de una información que ya no es filtrada por una agencia de noticias, sino que se emite directamente por particulares o desde poderosos centros de poder que generan noticias, algunas completamente falsas (las conocidas fake news).
La cita es del libro LA POSVERDAD, en la Teología, la Filosofía y el Derecho, de Carlos Daniel Lasa (Compilador); Introducción. Pág. 10-12. Editorial: UCASAL.
