Múltiples han sido los motivos que han influido para que Editorial Monte Carmelo reedite esta obra que publicó ya hace medio siglo. Entre los decisivos no podemos dejar de citar: La creciente onda expansiva de admiración y cariño que genera ese matrimonio incomparable formado por Luis Martín y Celia Guerin, papás de santa Teresita, máxime después de que SS. el Papa Juan Pablo II firmase el Decreto reconociendo la heroicidad de sus virtudes; paso clave en su camino hacia los altares.

La obra en sí misma, que salida de la pluma de uno de los mejores especialistas en materia teresiano-lexoviense -el P. Piat- ha pasado a ser un clásico de nuestra espiritualidad familiar.

“Arraigada tengo la convicción de que este libro hará gran bien, poniendo ante los ojos de muchos lectores el cuadro vivo de un matrimonio cristiano. En nuestros días, en que tantas malsanas influencias atentan contra la indisolubilidad, la unión y la fecundidad de la familia, ha de ser sugestivo y cautivante el ejemplo de los esposos Luis Estanislao Martín y Celia Guerin, a pesar de los matices de austeridad exterior que comportan el deber y el sacrificio.

Cuando la deficiente educación familiar de los hijos denuncia con demasiada frecuencia la dejación de las obligaciones paternas, aun entre los católicos bautizados, ¡qué encanto y buena ventura advertir, sobre todo en el epistolario de la Sra. Guerin, la ternura exquisita y la asidua vigilancia de una madre idealmente cristiana! ¡Qué lección tan aleccionadora de la jerarquía de las vocaciones revelan las aspiraciones nobles y los deseos santos confiados a Dios por la Artista de las blondas de Alençon y el Patriarca de los Buissonnets, hoy día, en que las vocaciones al claustro y al sacerdocio encuentran por lo común un clima nada propicio, cuando no abiertamente contrario, que ambienta el hogar de las familias! ¿Se hallarían hoy muchos padres encaminándose, como el señor Martín con su Reinecita al Obispado de Bayeux, para adelantar su ingreso en el monasterio, debiendo causarle a un tiempo esta resolución el desgarro y la soledad de su corazón paterno?”

Excmo. y Rvdmo. Sr. Picaud, Obispo de Bayeux y Lisieux.

Fragmento de la Carta-Prólogo, año 1945.