La semilla germinante que dio vida a estas páginas, fue un desafortunado 12 de octubre cuando mi hija mayor salió de su jardín parroquial en «Salita de Tres», en el cual, hasta entonces, todo venía bastante bien encaminado, entre canciones y abrazos. Mi hija llegó a casa con una plantita y por la noche, en el momento de rezar, antes de dormir, me dijo “también agradezcamos a la Pachamama por este día”.

Triste sería recordar el relato distorsionado que ella trajo sobre esta fecha grande de la Hispanidad. Podemos decir simplemente que no había cristianas carabelas a quienes agradecerles el regalo de una Fe Verdadera. Había que hacer algo, pensé. ¡Sala de tres años y ya corrían las mentiras históricas!

Si tanto cuidamos las canciones y los juegos, los motivos de sus risas y las experiencias que protagonizan, ¿por qué no hemos de cuidar los relatos que reciben nuestros niños, empezando por los relatos históricos? Pues el mundo no tarda en hacerlos partícipes de sus mentiras. Debemos como padres y docentes construir cada vez más escudos, pues las flechas no tardan en llegar. Y aquellos que disparan no hacen diferencia de edades.

Este trabajo no pretende ser un cuento infantil, sino una Verdad contada para niños. Uno de esos aludidos escudos para aquellas tiernas almas que aún no se han acorazado pero que ya están siendo blanco de imposturas. Pretendemos crear un regazo que cobije a los infantes durante su viaje por lo Bueno, lo Bello y lo Verdadero.

Nos acompañan en esta edición imágenes preciosas que cuentan aquello que aún quizás no sepan leer esos tintineantes ojos llenos de emoción.