EL DESIERTO ES LA CIUDAD. Meditaciones
Consideraciones hechas en voz alta acerca de lo que no podemos ver

Un libro breve y denso a la vez. Fray Alberto Justo expresas sus meditaciones en párrafos y en algunos casos llegan a una página, no más que eso, guiando al lector en pequeños pasos, pero seguros, descendiendo a lo profundo del corazón en el camino de la contemplación.

“El mundo no puede comprender, y menos aceptar, hasta qué punto la fe guía los pasos de quien emprende el camino de la contemplación. Tampoco puede percibir los latidos de un corazón que vibra en lo hondo, más allá de lo constatable, razonable o calculable…” (A quien leyere, pág. 15).

“No puede pasarse por alto, y menos con indiferencia, la adeversidad que acompaña en su andar al peregrino. En efecto, el ambiente circunstante no es el desierto de arena ni los umbrosos bosques de pacíficos valles. El desierto y la soledad exteriores tienen un terrible rostro que más se asemeja a las tentaciones de Antonio que a la quietud ideal, tantas veces perseguida y soñada, de un claustro de piedra. Este último existe, ciertamente, en el corazón, aunque mil dificultades se sumen para impedir toda posibilidad de construirlo fuera.

Lo que no se ignora es la tensión, el deseo, el amor…; y como el alma más está donde ama que en el cuerpo al cual da vida, esta realidad profunda acaba por imponerse. Por ello es importante acentuar la ‘adversidad’. La libertad no comporta ausencia de obstáculos y trabas sino ‘creación’.” (A quien leyere, pág. 16-17)