FELICIDAD Y CONTEMPLACIÓN

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La máxima felicidad del hombre está en la contemplación. El conocimiento es la forma más elevada de poseer algo. Es feliz quien contempla lo que ama. La contemplación es el fin último de la política.

Estos pensamientos desconcertantes e intempestivos, opuestos al ideal pragmático de gran parte de nuestra sociedad, revelan toda su fuerza precisamente en una cultura que busca mejorar los medios para vivir pero que va perdiendo de vista el sentido mismo de la vida.

La visión que propone Josef Pieper permite descubrir al mismo tiempo una fuente inagotable de contemplación y, por consiguiente, de felicidad en la vida cotidiana. El arte, la música, la poesía, la naturaleza misma, se convierten en otras tantas ocasiones y fuentes de llenarse con el sentido de la realidad y de trascender la esfera de lo finito, alcanzando en el tiempo una participación en la alegría definitiva.

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Descripción

INDICE

I. La máxima felicidad del hombre está en la contemplación:  en esta sentencia, «felicidad» no significa otra cosa que lo que los hombres quieren decir cuando emplean la palabra. – Por supuesto, en todas las lenguas tiende a la banalidad. – Sin embargo, siempre se deja percibir la conexión entre la satisfacción de una sed cualquiera y la felicidad última.

II. El hombre quiere naturalmente la felicidad, del mismo modo que la piedra que cae «quiere» llegar al fondo. – «Naturalmente» significa por creación. – Libertad y no-libertad en el deseo de felicidad. – La indigencia está justamente en lo espiritual. – Uno no puede hacerse feliz a sí mismo. – La felicidad es un don. – Nadie puede representarse la bienaventuranza perfecta.

III. Dios y la felicidad son lo mismo.- Una consecuencia desconcertante: la felicidad de Dios no es empañada por la desgracia en el mundo histórico.- Pero no podría siquiera pensarse la salvación si en el fundamento originario de la realidad no existiera este ser divino, infinito y santo. – “La gran alegría divina es la única realidad”.

IV. Toda la energía de la naturaleza humana: hambre y sed. – La felicidad como bebida y como beber. – La satisfacción se espera «de otra parte», – El «bien en su totalidad». – El espíritu finito es insaciable en virtud de su esencia, a no ser que Dios mismo le sea dado en participación.

V. Felicidad y alegría son cosas distintas. – La alegría es esencialmente algo segundo: respuesta a la felicidad. – Los bienes que buscamos para alegrarnos. – No obstante, es cierto que la alegría no tiene un para qué».

VI. La felicidad significa alcanzar el «bien en su totalidad».- ¿Pero qué significa «alcanzar»? – La felicidad tiene lugar como un acto y una obra. – Tres sentencias fundamentales: felicidad significa plenitud; plenitud significa actualización; la actualización tiene lugar en el obrar. – Obrar inmanente. – La obra no incluye a su creador.

VII. Quien es completamente feliz es alguien que ve. – Contraargumento: ¿amamos para conocer? – El conocimiento como la forma más elevada de tener». También Agustín dice: “Toda nuestra recompensa está en ver”. – La posesión de lo amado se da en el conocimiento. – “Esta es la vida eterna (…)”.

VIII. Las dos formas del acto de amor: anhelo y alegría. – «Conocer en el uso bíblico del lenguaje: la presencia más íntima. – Es feliz quien contempla lo que ama. – “Donde está el amor allí está el ojo”. – Contemplación como estar ante el amado.

IX. ¿Qué significa contemplación?- Primero: percepción silenciosa de la realidad. – Segundo: no es pensamiento, sino visión; la visión es el conocimiento de lo que está presente. – Tercero: conocimiento acompañado de asombro. – Sólo puede asombrarse quien todavía no ve el todo.

X. La contemplación terrena presupone que la «visión» también es posible para el hombre corporal y que le es accesible, del modo que sea, la bebida de la felicidad. No hay ninguna contemplación que no sea religiosa. – Pero la percepción del apagamiento divino puede encenderse sencillamente ante todo lo que nos sale al encuentro. – Las formas ocultas y al mismo tiempo cotidianas de contemplación, que deberían animarse a ser lo que son. – Gerard Manley Hopkins. – El mensaje que se experimenta en la visión no es comunicable.

XI. Respuesta a los contraargumentos del hombre práctico: ¿en qué consiste la vida misma, cuando se han obtenido los medios para vivir? – La moralidad apunta más allá de sí misma. – Amar significa: querer que el amado sea feliz; y la felicidad es visión. – En la felicidad de la vida activa no hay descanso definitivo. – La contemplación como meta de la política. – La praxis pierde su sentido en cuanto se la entiende como fin en sí misma. – La «praxis» del artista: «cuando está listo, debe estar completo; pero ¿entonces qué?» – ¿Es querer tener más que tener? – ¿Es la alegría más importante que su razón de ser? – Anaxágoras: nacido para contemplar.

XII. A quien contempla y al que es feliz se atribuyen las mismas características. – Simplicidad. – El paso fuera del tiempo. – El ver mismo hace feliz. – La esfera cerrada. – Ser libres de las ataduras. -George Santayana: coronación en la contemplación.

XIII. ¿Debería renunciar el optimista a la «escapatoria de la felicidad»? La negativa a asentir al mundo. No es mérito nuestro que exista la posibilidad de la felicidad. – La «noche oscura» en el camino de la contemplación. – La mirada del «Getsemaní de la historia». – Felicidad fundada en el dolor. – Ser feliz y estar ciego al mismo tiempo.

Información adicional

Peso 0,28 kg
Dimensiones 21 × 13 cm
Autor

,

Editorial

Libreria Cordoba

ISBN

978-987-1162-21-5

Páginas

96