“—Cuando creas que estás perdida —decía el viejo Chevance—, será que tu pequeña tarea está ya cerca de su fin. Entonces, no intentes comprender, no te preocupes, quédate simplemente muy tranquila. Hasta la oración es, a veces, una trampa inocente, un medio como cualquier otro de huir, de escapar, al menos de ganar tiempo. Nuestro Señor oró en la cruz, y también gritó, lloró, jadeó, rechinó los dientes, como hacen los moribundos. Pero hay algo aún más precioso: el minuto, el largo minuto de silencio tras el cual todo quedó consumado.”

La historia comenzada por Bernanos en La simulación encuentra su desenlace en La alegría, la novela que aquí presentamos. El protagonismo se desplaza a un personaje femenino, la señorita Chantal, cuya luminosa inocencia resulta una provocación para quienes conviven con ella y una inexplicable fuente de dolor para sí misma.

Toda la sutileza de la pluma del autor se deja ver en este relato que muestra, una vez más, el corazón humano como el verdadero campo de batalla