¿QUIÉN COMO DIOS? Meditaciones en el desierto

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¡Qué es el Desierto! No podría encerrar la respuesta oportuna en una definición, ni siquiera en una descripción. Simplemente podría esbozar, rápidamente, dos pasos para acercarnos poco a poco a nuestra misma situación. En el Desierto estamos luego de la primera liberación del pecado y cuando caminamos en conversión del corazón. El segundo paso es ya más hondo: en el Desierto nada hallamos, es -pues- ocasión de Dios.

El primer paso es conocido y demasiado comentado. De ese Desierto se habla bastante (quizá nunca lo suficiente). Vamos peregrinos en sus soledades, sabiendo que el viejo Egipto quedó, de algún modo, atrás. De todo ello hablan moralistas y predicadores. Los mejores nos exhortan a la conversión, al cambio profundo de nuestra vida, a vivir, precisamente de Dios y en Dios. Aprendemos las virtudes (¡así sea siempre!) y dejamos vicios y servicios. Y aún tanto más, en una escala por la que nos levanta el mismo Espíritu de Dios.

Hasta que llega una hora de gran silencio, si es que sabemos ver más allá de las apariencias. Es éste un Desierto siempre nuevo, que no se reduce fácilmente a figuras o imágenes predeterminadas.

Se pueden (y con legitimidad) aguardar muchas cosas. Pero la dimensión o “estado”, a que ahora me refiero, sólo será descubierta por quien entra allí.

El “gran silencio” consiste en que nada ni nadie dice nada de ello. No hay explicaciones ni definiciones. Simplemente: ha llegado.

Lector amigo, si quieres bucear algo más en este misterio y sumergirte en su profundidad, te invito a aventurarte por estas páginas y a meditar lo que quisiéramos insinuar en ellas.

Sobre todo: no te desanimes. Las horas de soledad se hacen cada vez más densas. Un vacío indescriptible, que parece tener cuerpo y sonido, se deja percibir y sentir de muchas maneras. Repito: no te desanimes. No te detengas. La sociedad que nos rodea inventará mil modos para frenar tu andar sereno. Te dirán que conviene esto o aquello, te reprocharán que no estás suficientemente informado, que no vibras al unísono de los días que corren, que eres individualista, que te cortas solo, que debes prestar atención a especialistas de todo género, a fin de que acabes dudando de tu madurez y de tu prudencia.

Te darán a entender, de modos bruscos o sutiles (que poco importa que sean unos u otros), que te separas de tu círculo o de tu club, que te bajas del colectivo y que no quieren que sigas a pie…

Fíjate que ha llegado la hora en la cual se hace patente que las mejores instituciones viven en las personas, en muchas ocasiones aisladas o solitarias en los laberintos de este mundo. Todo convoca a la hondura del corazón. Y el despojo de la Historia, que es aquí el despojo del Desierto, te invita más y más a estas profundidades donde Dios mismo te acoge en modo admirable.

Te invito a seguir este camino y a orar.

Alberto E. Justo (autor), Prefacio (fragmento)

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Lo deseo
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Descripción

ÍNDICE

Prefacio

La envidia de los Ángeles, de Ricardo León
POESIA EN PROSA. De Dios vengo y a Dios voy
ASPECTOS DE LA VOCACIÓN EREMÍTICA
DESPERTAR Y BELLEZA

Desprendimiento (dejar lo que no cuenta)
Adhesión

DISEÑOS Y PERFILES. Arte y gesto
POESİAS
NECESITAMOS LAS MEDIACIONES
MEDITACIONES Y MELODÍAS
PASOS DE AYER Y DE HOY. Y nada más
SOY ERMITAÑO
TRATADO ACERCA DE LO QUE SE VERÁ. Camino abierto a la esperanza y a un nuevo abandono

La desolación
El rescate
Belleza
El misterio

SAN JUAN DE LA CRUZ Y EL MAESTRO ECKHART. Desierto e inmensidad. Comentarios y consideraciones
LECCIONES DE VIDA INTERIOR. La presencia inefable de Dios I
LECCIONES DE VIDA INTERIOR. La presencia inefable de Dios II
LA SANTIDAD DE LA INTELIGENCIA. La contemplación en diversos textos. Antología y comentarios

Información adicional

Peso 18 kg
Dimensiones 13 × 1,2 × 0,21 cm
Autor

Editorial

Desierto interior

ISBN

9789872101534

Páginas

79

Formato

Rustica sin solapas