María Winowska, en su libro “Les Voleurs de Dieu”, nos ofrece una recopilación de testimonios conmovedores, rigurosamente auténticos y debidamente verificados, sobre prodigios de Dios a niños y gente humilde, que tuvieron lugar en la época de las persecuciones comunistas a la religión católica en Polonia, Rusia y, a veces, en Hungría. La mayoría de los protagonistas han asumido nombres ficticios. Cuando Winowska lo publicó en plena Guerra Fría, sin duda reforzó la fe y la esperanza de muchos cristianos a ambos lados del tiránico Telón de Acero.

La fuente de una de estas historias es un sacerdote húngaro, al que la periodista llama “Padre Norbert”, quien se la relató. Este sacerdote huyó de Hungría en 1956, con la invasión de los tanques rusos, pocos meses después de los hechos que cuenta. Sucedió en la escuela del pueblo húngaro que él atendía, cuyo nombre no da, pero especifica que tenía unos 1.500 habitantes. Puesto que el libro se publicó menos de dos años después, es un hecho fresco en su memoria. Él mismo entrevistó a varias niñas que lo presenciaron todo.

Aquí los niños son el centro de atención, por su pequeñez y su humildad. “Nos preguntamos de dónde viene su sabiduría… Parece, en ciertos casos, que Dios los inspira.” Reaccionan a su manera con una sencillez y una franqueza que desactiva las trampas más astutas. Al leer ciertos diálogos no se puede dejar de evocar a jóvenes valientes como Santa Bernadette y Santa Juana de Arco… Estas páginas no tienen pretensiones apologéticas; simplemente, nos regalan estos valiosos testimonios.

Con una primera edición de 1958, en la editorial Saint-Paul de la capital francesa, fue después reeditado muchas veces y traducido a varios idiomas.